
Hoy es un día precioso, de esos que dan ganas de salir , hay que abrigarse un poco , pero es un día de esos que si caminás por el sol tenés calor y si cruzás a la acera de la sombra sentís la brisita fría en la cara. Yo por supuesto camino por el sol, porque el frío es un invitado de esos que no se pueden evitar pero que yo obviaría sin ningún tipo de remordimiento.
Adoro el clima de Denia, y aunque ya se me hace normal vivir en un lugar tan bonito, en un día como hoy me siento agradecida por vivir aquí.
Mis amigos: Mariel , Nestor y sus hijos viajan a la Argentina este domingo, y a mi se me movilizan algunas cosas sabiendo que ellos se van a mi país, a mi ciudad , es una mezcla rara de nostalgia y alegría. Sin querer me pongo en el lugar de ellos y empiezo a preguntarme, cómo me sentiría si estuviese por subir a ese avión que cruzará el océano para devolverme a mi tierra.
Y no tengo respuestas contundentes, por un lado creo que me gustaría y empiezo a volar pensando en todo lo que haría y por otro lado creo que no tengo ganas , como si ya no sintiese necesario remover sentimientos que he logrado dormir o superar.
Hace 7 años que vine a vivir a España , llegué un 7 de octubre del 2001 y no he regresado, creo que pasarán muchos años antes de que vuelva a caminar por las calles de mi Buenos Aires querido , pero pensar en volver me produce el temor de revivir una nueva despedida y por ahora prefiero evitarlo. Tenemos aquí a nuestros seres queridos, los más cercanos , mis padres y mi hermano , y Carlos, también tiene a los suyos acá con nosotros, eso hace que tengamos nuestra tierra en España. Porque la tierra de uno es un cúmulo de cosas, sensaciones, y vivencias, pero básicamente es eso, la familia, los seres queridos.
Los amigos, esa otra familia, la que uno elige, se quedaron allá y ahí el corazón se divide , porque con el tiempo uno va haciendo amigos acá, y no son aquellos que me conocen de chiquita o que conocen todos los "por qué "de mi existencia, pero son otros, son diferentes, son los que van surgiendo de esta vida nueva, de estas circunsatancias que voy viviendo y siento que los quiero y que si volviera y me alejara nuevamente , extrañaría a los de acá .
Ninguno puede ocupar el lugar del otro , ni tampoco se pueden reemplazar los tíos, los primos y los recuerdos, porque he llorado y reido a ambos lados del océano y entonces los dos países ya son parte de mi historia y de mi alma.
Y entonces, en medio de mis pensamientos , entre las maletas de una amiga que prontito va a pisar mi tierra,que es tambíen de ella, siento la sensación de que esta es mi casa, y que ya no volveré , y que aquí me quedo.
Y si algún día puedo llevar a mis hijos a que conozcan mi esencia, será un paseo , un viaje al pasado que podremos hacer juntos, porque mi presente está acá y mi futuro muy cerca.
Imagino que mi hijos mayores conservarán más vívidos los recuerdos de su tierra y muchas veces, o todas quizás. se sentirán que no son de aquí, seguramente mas allá de su historia , el color de su piel se lo recuerde siempre, pero todo depende cómo se viven las cosas.
La pertenencia se va ganando a pulso y muchas o todas las veces tiene que ver con las ganas .
Yo siempre quise viajar y si bien algo he recorrido no he andado lo que me hubiese gustado, a cambio, la vida me regaló una sensación recurrente , la de ser una eterna turista en esta vida.
A muchos inmigrantes esta sensación les oxida el alma, a mi sin embargo , me gusta.
Después de siete años, cada tanto tengo esa sensación y esto me lleva a poder mirar el lugar donde vivo diferente, a poder disfrutar más de cada cosa, o a mirar el azul del cielo sabiendo que no es el cielo que me vio nacer. Ojalá pueda transmitirle esta sensación a mis nenes , para que cuando les pase, cuando sientan esta rara brisita que corre por dentro , puedan cerrar los ojos y sentirse que Dios les ha regalado la oportunidad de mirar la vida desde varios ángulos, de estar adentro y por momentos ponerse en la vereda de enfrente.
Cuando uno vive siempre en un mismo lugar, el lugar se hace tan tuyo que perdés perspectiva . A veces me doy cuenta que para ver nuevamente a Buenos Aires tengo que buscar fotos por internet , no tengo mis propias fotos, a quién se le ocurre sacarse una foto en la esquina de casa y sin embargo , hoy me gustaría tener esa foto y nunca la hice. Cuando emigrás, esas fotos existen. Cómo si surgiese de repente la necesidad de documentarlo todo, igual que un turista. Y descubrís que tenés mas fotos de tus amigos nuevos que de los otros, y que ahora te ponés en todas las fotos, porque querés estar, querés saber que estas ahi, en ese lugar que no es enteramente tuyo.
Cuando llegás a un lugar nuevo las raices demoran en surgir, pero los hijos aceleran el proceso, porque con ellos proyectás tu vida y ya no es la tuya , es la de ellos y te imaginás su vida y en ese imaginario hay un lugar, el lugar que elegís para ellos. Y no se trata de un barrio o de una ciudad, o de un pueblo , se trata de un país, de unas costumbres, de una forma de ser y de sentir y quizás ahi se te mueve la estantería porque tu sentir permanece, tu forma de ser quizás tiene otros matices , pero sin embargo valorás otras cosas. Y entonces elegís y cuando uno decide tus raíces empiezan a crecer tan rápido que no te das cuenta y cuando querés acordarte están ahi y te dejan firme a ese nuevo suelo y entonces, como por arte de magia, recordás tu país, tu gente, tus aromas y tu acento , pero sonreís y seguís caminando despacio por esa calle que descubriste hace 7 años y simplemente sentís que te gusta estar en esta tierra.