Hace calor en Denia , la casa está fresquita , y aunque intento oscurecerla un poquito para que la sensación de frescura sea mayor, los rayos de sol se filtran con fuerza y dejan precioso el salón de casa. Me sirvo un café , porque ni el calor me quitan el placer de tomarme un café , y mientras lo bebo despacito mi corazón empieza a latir con fuerza y mi mente vuela a Etiopía ...
El alma se me llena tanto que me falta el aire y me sale un suspiro tan profundo que la espalda se me estira y se me dobla siguiendo el ritmo del aire que hago entrar y salir de mi
Y pienso en el tiempo , en ese misterio caprichoso que corre de prisa cuando queremos detenerlo y se pone perezoso cuando queremos que pase rápido .
y recuerdo esa primer carita que vimos en un blog con mi gordito, y nos quedamos mirandola y el corazón nos latía con fuerza. Esa carita que nos terminó de decidir, esa carita que nos decía que nuestros hijos estan en Etiopía .
Y miro esos ojos enormes , y me sonrío... y se me llena el cuerpo de ternura, se me inundan los ojos, y brilla en mi corazón la tierra donde ellos nacieron.
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